Si bien se trata de dos especialidades diferentes con un denominador común (el aparato locomotor), hay afecciones que podrían pertenecer a ambas como por ejemplo las fracturas "patológicas", es decir aquellas lesiones del esqueléticas que se localizan sobre tejido óseo de estructura anormal
Principios básicos de Ortopedia
Generalidades
Si bien se trata de dos especialidades diferentes con un denominador común (el aparato locomotor), hay afecciones que podrían pertenecer a ambas como por ejemplo las fracturas "patológicas", es decir aquellas lesiones del esqueléticas que se localizan sobre tejido óseo de estructura anormal
FRACTURAS
Concepto, manifestaciones clínicas y diagnóstico
Clínicamente, las fracturas pueden ocasionar dolor, tumefacción, deformidad e impotencia funcional. Siempre es conveniente explorar la función neurovascular distal a la fractura.
El diagnóstico se confirma mediante radiografía simple en al menos dos proyecciones (generalmente anteroposterior y lateral). Una fractura es conminuta cuando en el foco se aprecian varios fragmentos óseos. En determinadas fracturas (húmero proximal, pelvis, acetábulo, calcáneo, vertebrales) puede estar indicada la realización de una TC. Las fracturas por fatiga pueden no apreciarse en la radiografía inicial; en dicha fase, puede ser de ayuda el empleo de una gammagrafía, que revelaría hipercaptación en el foco de fractura, traduciendo actividad inflamatoria en el foco, o mejor de una resonancia magnética que mostraría los cambios precoces en la respuesta inflamatoria del hueso.
El proceso de consolidación de las fracturas.
Tipos de consolidación
La producción de una fractura supone no sólo el fracaso mecánico y estructural del hueso, sino también la disrupción de la vascularización en el foco de fractura. La consolidación de la fractura puede producirse a continuación de forma directa o indirecta. La consolidación directa, cortical o primaria (per primam) únicamente se produce cuando se consigue una reducción anatómica de los fragmentos y una ausencia prácticamente completa de movimiento (situación que se logra, por ejemplo, con una osteosíntesis con placas y tornillos). La consolidación se produce por el paso de conos perforantes en las zonas de contacto y la deposición osteoblástica de hueso nuevo en las zonas de no contacto, sin la participación de tejido cartilaginoso ni la formación de callo de fractura. La consolidación indirecta o secundaria es la que se produce en las fracturas no estabilizadas quirúrgicamente o en las que hay una cierta movilidad interfragmentaria (osteosíntesis con clavos intramedulares o fijadores externos). En esta modalidad de consolidación hay una participación importante del periostio. Atraviesa por cuatro fases;
1. Impacto y formación de hematoma. Actualmente se considera que el hematoma que se acumula en el foco de fractura, más que servir como un armazón de fibrina que proporcione una cierta estabilidad

2. Formación del callo de fractura. La tensión de oxígeno en diferentes regiones del foco de fractura es uno de los factores determinantes de la diferenciación tisular que se produce. En la zona periférica, junto al periostio, la elevada tensión de oxígeno permite la formación directa de hueso por osificación endomembranosa, formándose el llamado callo duro, con colágeno tipo I y osteoblastos. En la zona central existe hipoxia, y consecuentemente se forma un armazón de tejido cartilaginoso -el callo blando-, con colágeno tipo II y condroblastos en proliferación. El callo blando a continuación se osifica, por un proceso de osificación endocondral similar al de las fisis o cartílagos de crecimiento de los niños.
3. Osificación del callo de fractura. A las dos semanas de la fractura, los condrocitos dejan de proliferar y el tipo celular predominante es el condrocito hipertrófico. Estas células comienzan a liberar las llamadas vesículas de matriz, que contienen proteasas, para degradar la matriz cartilaginosa, y fosfatasas, para liberar iones fosfato que puedan precipitar con el calcio contenido en las mitocondrias de los condrocitos hipertróficos. Una vez que el cartílago se ha calcificado, es invadido por vasos sanguíneos, acompañados por condroclastos y osteoclastos que digieren el cartílago calcificado y células perivasculares que se diferencian en sentido osteoblástico y depositan hueso nuevo.
4. Remodelación. El hueso inicial mente formado, tanto en el callo blando como en el callo duro, es hueso inmaduro o fibrilar (woven bone). Este tipo de hueso es el que forma los huesos fetales, y en el adulto únicamente puede encontrarse precisamente en el callo de fractura . Se caracteriza por una orientación trabecular irregular y va siendo progresivamente transformado en hueso maduro mediante el proceso de remodelación. En el hueso maduro, a diferencia del hueso fibrilar con una disposición trabecular desorganizada, las trabéculas se orientan en función de los requerimientos mecánicos, siguiendo la llamada ley de Wolff
Fracturas del miembro superior
Clavícula
Se fractura por caídas sobre la extremidad superior y
raramente por traumatismos directos. La mayor parte se localizan en tercio
medio. El fragmento medial se desplaza posterosuperiormente por la acción del
esternocleidomastoideo, y el lateral se sitúa anteroinferiormente por el peso
de la extremidad superior.

El tratamiento quirúrgico (casos muy contados) está indicado
en caso de fractura abierta, lesión vascular asociada, gran desplazamiento que
amenace la integridad de la piel, fractura de tercio distal desplazada,
fractura asociada del cuello de la escápula y retraso o ausencia de
consolidación; también puede estar indicado en fracturas bilaterales y
pacientes politraumatizados. Aunque algunos autores defienden la fijación
intramedular de las fracturas de clavícula quirúrgicas, la técnica de elección
es la osteosíntesis con placa y tornillos.
Escápula
Son fracturas poco frecuentes y, particularmente las del
cuerpo, suelen deberse a traumatismos de alta energía; por ello se asocian a
fracturas costales y lesiones pulmonares traumáticas, y suelen tratarse de
forma conservadora. De hecho, cuando se diagnostica una fractura del cuerpo de
la escápula, lo más importante es descartar la presencia de lesiones torácicas
y pulmonares asociadas (recuérdese asociación fractura cuerpo de escápula +
fracturas costales + neumotórax/hemotórax). Las fracturas de acromion se tratan
de forma quirúrgica cuando están desplazadas; las de coracoides, cuando
condicionan inestabilidad acromioclavicular); las del cuello, cuando están muy
anguladas; y las de glenoides, cuando condicionan inestabilidad de la
articulación glenohumeral (generalmente fracturas del margen anteroinferior de
la glenoides, equivalentes a lesiones de Bankart óseas) o incongruencia
articular. Las fracturas de escápula pueden asociarse a lesiones del plexo
braquial o del nervio supraescapular.
Extremidad proximal del húmero
Son frecuentes, y afectan generalmente a pacientes de edad
avanzada, por lo que presentan a menudo conminución. Para su clasificación, se
reconocen en el húmero proximal cuatro segmentos principales: la diáfisis, la
cabeza, el troquíter y el troquín (Figura 10). La clasificación de Neer
distingue entre fracturas no desplazadas (espacio interfragmentario menor de 1
cm y angulación menor de 45°), fracturas desplazadas en dos, tres o cuatro
fragmentos, fracturas con impactación de la cabeza, fracturas con división de
la cabeza (head-splitting) y fracturas-luxaciones. Cuando el trazo de fractura
aisla la cabeza humeral del resto de segmentos (como en las fracturas en cuatro
partes o las fracturas del cuello anatómico), existe un cierto riesgo de
ausencia de consolidación o necrosis cefálica, especialmente si hay luxación
asociada.
Tratamiento
Para el tratamiento de estas fracturas, se dispone de tres
alternativas: tratamiento conservador, osteosíntesis y artroplastia. El
tratamiento conservador está especialmente indicado en las fracturas no
desplazadas (Figura 11). Consiste en inmovilizar el hombro con un vendaje de Velpeau
durante 10-15 días, y aplicar después un régimen intensivo
de rehabilitación. A las 48 horas, suele haberse establecido
un hematoma característico de las fracturas de húmero proximal que ocupa la
cara medial del brazo y lateral del tórax (equimosis de Hennequin), y ante el
que no es necesaria ninguna medida específica.
El resultado funcional, tanto de la osteosíntesis como de la artroplastia, depende en gran medida de que las tuberosidades donde se inserta el grueso de la musculatura (troquíter y troquín) consoliden y lo hagan en buena posición.
La principal complicación de las fracturas de húmero
proximal es la limitación de la movilidad del hombro. Por esta razón, cobra
tanto interés en su tratamiento la rehabilitación intensa.
De hecho, en fracturas
conminutas de pacientes con edad avanzada y escasa demanda funcional, existen
partidarios de ignorar conscientemente la fractura (abordaje denominado
skillful neglect), administrar analgésicos y recuperar la movilidad del hombro
sin recurrir a osteosíntesis o prótesis que conceptual mente pueden ser el
tratamiento de elección, pero que funcionalmente pueden proporcionar resultados inferiores. La Tabla 7 resume la estrategia de
tratamiento en las fracturas de la extremidad proximal del húmero
Diáfisis del húmero
La mayor parte de estas fracturas se tratan de forma
ortopédica: inicialmente, la fractura se alinea y se contiene con férulas de
escayola y vendaje de Velpeau, para posteriormente emplear un yeso funcional.
El yeso colgante de Caldwell (yeso muy grueso y pesado para favorecer la reducción
por la fuerza de la gravedad) está indicado únicamente en fracturas espiroideas
u oblicuas largas, anguladas y acortadas; en las fracturas transversas está
contraindicado, ya que mantiene la fractura permanentemente sometida a
distracción, amenazando su consolidación. Son quirúrgicas las fracturas que se
adaptan a las indicaciones generales mencionadas al principio del tema, así
como las fracturas bifocales, siendo también una indicación relativa de
tratamiento quirúrgico la fractura transversa de tercio medio en paciente
joven, que puede tratarse de forma conservadora, pero que precisa un
seguimiento muy estrecho para detectar y corregir su desplazamiento. También
puede considerarse indicación relativa de cirugía la obesidad extrema, que
dificulta el control de la fractura con yeso y vendaje por el volumen de las
partes blandas del brazo y el tronco (Figura 13).
La principal complicación aguda de las fracturas
de diáfisis humeral es la lesión del nervio radial ; es más frecuente en la
fractura oblicua de tercio distal (fractura de HolsteinLewis). La lesión del
radial suele ser una neuroapraxia que normalmente se recupera en tres o cuatro
meses, y que sólo requiere abordaje quirúrgico si empeora al intentar la
inmovilización con tratamiento conservador o en las fracturas abiertas
Extremidad distal del húmero
Sus fracturas se clasifican en tres grandes grupos:
fracturas supracondíleas o supraintercondíleas de húmero distal (fracturas de
paleta humeral), fracturas del cóndilo humeral y fracturas de epicóndilo o
epitróclea.
Las fracturas de paleta humeral suelen ser intraarticulares,
prácticamente siempre están desplazadas y presentan elevada conminución, bien
por ser consecuencia de traumatismos de alta energía en pacientes jóvenes, bien
por ocurrir en pacientes de edad avanzada con osteopenia. El tratamiento de
elección es la reducción abierta anatómica y la osteosíntesis con dos placas
(medial y lateral) lo suficientemente estable como para permitir iniciar la
rehabilitación de la movilidad del codo de forma inmediata (Figura 14).
En
pacientes de edad avanzada con conminución y osteopenia en los que la solidez
de la osteosíntesis obtenida no suele ser buena, la artroplastia de codo está
surgiendo como una opción de tratamiento con muy buenos resultados. No
obstante, en este tipo de fracturas, en algunos centros se opta por olvidar
conscientemente la fractura (skillful neglect) y tratar de conseguir una cierta
movilidad del codo. En los niños, estas fracturas se tratan mediante reducción
cerrada, osteosíntesis con agujas de Kirschner percutáneas, y férula o yeso
durante tres semanas (véase el Apartado Lesiones traumáticas del codo infantil,
Capítulo 6). Las principales complicaciones de las fracturas de paleta humeral
del adulto son rigidez (con o sin osificación heterotópica subyacente),
ausencia de consolidación, artrosis postraumática y neuropatía cubital.
El cóndilo humeral puede sufrir una fractura osteocondral
(fractura de Kocher-Lórenz) o fracturarse todo el cóndilo (fractura de
HahnSteinthal). Debe intentarse la reducción abierta y osteosíntesis de la
fractura, pero a veces, sobre todo en las primeras, no es técnicamente posible,
y debe optarse por la extirpación del fragmento y movilización precoz (Figura
15).
Las fracturas de epicóndilo y epitróclea son extremadamente
raras en el adulto y más frecuentes en el niño. Las de epitróclea se asocian a
veces a luxación de codo. Estas fracturas pueden tratarse de forma
conservadora, excepto cuando la epitróclea se interpone en una luxación de
codo, impidiendo su reducción, lo que obliga a una cirugía para su reducción
anatómica.
Cabeza del radio
Estas fracturas suelen producirse en caídas sobre la palma
de la mano. El paciente refiere dolor y limitación de la movilidad en el codo.
La clasificación de Masón distingue los tipos I (no desplazada), II (desplazada
en dos fragmentos, reconstruible) y III (conminuta). Cuando se asocian a una
luxación de codo (con o sin fractura asociada de coronoides), se clasifican
como tipo IV. El término lesión de Essex-Lopresti consiste en la asociación de
una fractura conminuta de la cabeza del radio con lesión concomitante de la
articulación radiocubital distal y la membrana interósea; supone la pérdida de
la estabilidad longitudinal del antebrazo (Figura 16).
Las fracturas tipo I se tratan de forma conservadora
mediante inmovilización con férula de yeso durante una o dos semanas, seguida
de rehabilitación intensa. Las tipo II se tratan de forma conservadora (como
las tipo I) únicamente si se mantiene un buen rango de movilidad pasiva (tanto
flexoextensión como pronosupinación) tras la infiltración intraarticular con
anestesia local; en los demás casos se tratan mediante reducción abierta y
osteosíntesis. En las tipo III aisladas (sin luxación de codo o lesión de
Essex-Lopresti asociada) puede intentarse la osteosíntesis si el grado de
conminución lo permite o, de lo contrario, resecar la cabeza del radio. Por el
contrario, en los casos asociados a inestabilidad (luxación de codo [tipo IV] o
lesión de Essex-Lopresti), la participación de la cabeza del radio en el
mantenimiento de la estabilidad es crítica, por lo que se debe intentar la
realización de una osteosíntesis o -si la complejidad de la fractura no lo
permite- sustituir la cabeza del radio por un implante metálico.
Olécranon
Estas fracturas generalmente interrumpen la continuidad del
aparato extensor del codo, por lo que son subsidiarias de tratamiento
quirúrgico. La técnica de elección es la reducción abierta y osteosíntesis con
dos agujas y un cerclaje de alambre (Figura 1 7).
En las fracturas conminutas puede estar indicado el empleo
de osteosíntesis con placa y tornillos en pacientes jóvenes, y la resección del
fragmento fracturado con avance de la inserción tricipital en pacientes de edad
avanzada.
La principal complicación
de estas fracturas es la pérdida de movilidad, por lo que es fundamental que la
síntesis obtenida sea lo suficientemente estable como para comenzar la
rehabilitación cuanto antes.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)